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El Diario | 25-01-2011 | 00:39
El Diario | 25-01-2011 | 00:39
Familias de las víctimas, usuarios y vecinos de las canchas de futbol construidas por el gobierno federal, donde el domingo fueron asesinadas siete personas, consideraron que la masacre es un ejemplo de lo inútil que son las obras del programa “Todos Somos Juárez”, mientras no se garantice la seguridad de la población.
“Están gastando en todas esas cosas sin sentido, y sí será muy deportivo, pero no hay ninguna seguridad; es nula. No entiendo para qué están pagando que estén tantos federales aquí si no sirve para nada: el parque no tenía absolutamente ningún policía”, dijo la hermana de una de las víctimas quien por seguridad no dio su nombre.
En la cancha de futbol, junto al parque comunitario de la colonia Francisco I. Madero, los vestigios de la matanza del domingo parecían ayer constatar la opinión de los entrevistados: hasta unos seis hoyos producidos por los impactos de bala quedaron bajo los rótulos del Gobierno Federal y del programa “Todos Somos Juárez”, aplicado aquí después de la masacre de Villas de Salvárcar y en respuesta a la exigencia de inversión en obras sociales.
También había rastros de sangre en el pasillo que conduce a la cancha, donde el rojo de las salpicadas contrastaba con el color blanco recién pintado de las instalaciones. Los rastros que quedaron sobre el pasto sintético, fueron cubiertos con montones de arena.
Con la balacera registrada ayer, unas cinco cuadras al norte de las canchas, que dejó otras tres víctimas, en menos de un día los vecinos se enteraron de 10 homicidios dolosos.
Junto a las canchas de futbol, mientras, empleados de la construcción seguían trabajando en el edificio con el que la Secretaría de Desarrollo Social busca ampliar los servicios del centro comunitario ubicado entre las calles Juan Balderas y Porfirio Parra.
“Qué bueno (que están las canchas), porque aquí se meten muchos niños que de plano se mantienen en la calle, y hay oportunidad para aprender otras cosas y salir adelante; aunque con esta inseguridad ni trabajo ni nada hay”, dijo Luz María Martínez, que cada lunes acude a la calle Porfirio Parra a vender ropa usada.
“Con la falta de seguridad es donde nos topamos que lo que hacen bueno con la derecha, lo destruyen con la izquierda”, agregó la mujer, de 47 años.
“Están gastando en todas esas cosas sin sentido, y sí será muy deportivo, pero no hay ninguna seguridad; es nula. No entiendo para qué están pagando que estén tantos federales aquí si no sirve para nada: el parque no tenía absolutamente ningún policía”, dijo la hermana de una de las víctimas quien por seguridad no dio su nombre.
En la cancha de futbol, junto al parque comunitario de la colonia Francisco I. Madero, los vestigios de la matanza del domingo parecían ayer constatar la opinión de los entrevistados: hasta unos seis hoyos producidos por los impactos de bala quedaron bajo los rótulos del Gobierno Federal y del programa “Todos Somos Juárez”, aplicado aquí después de la masacre de Villas de Salvárcar y en respuesta a la exigencia de inversión en obras sociales.
También había rastros de sangre en el pasillo que conduce a la cancha, donde el rojo de las salpicadas contrastaba con el color blanco recién pintado de las instalaciones. Los rastros que quedaron sobre el pasto sintético, fueron cubiertos con montones de arena.
Con la balacera registrada ayer, unas cinco cuadras al norte de las canchas, que dejó otras tres víctimas, en menos de un día los vecinos se enteraron de 10 homicidios dolosos.
Junto a las canchas de futbol, mientras, empleados de la construcción seguían trabajando en el edificio con el que la Secretaría de Desarrollo Social busca ampliar los servicios del centro comunitario ubicado entre las calles Juan Balderas y Porfirio Parra.
“Qué bueno (que están las canchas), porque aquí se meten muchos niños que de plano se mantienen en la calle, y hay oportunidad para aprender otras cosas y salir adelante; aunque con esta inseguridad ni trabajo ni nada hay”, dijo Luz María Martínez, que cada lunes acude a la calle Porfirio Parra a vender ropa usada.
“Con la falta de seguridad es donde nos topamos que lo que hacen bueno con la derecha, lo destruyen con la izquierda”, agregó la mujer, de 47 años.
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